
Todos los Evangelios no son más que una ilustración de esta verdad. Gracias al poder absoluto del verbo, es cómo Jesús hizo milagros. Dijo al paralítico: «Levántate, toma tu litera y anda» y el paralítico caminó. Para resucitar a Lázaro, fue ante su tumba y gritó con voz fuerte: «Lázaro, sal» Para resucitar a la hija de Jairo, le cogió la mano y le dijo: «Niña, levántate.» Cuando curaba a los poseídos, ordenaba al demonio: «¡Sal de este hombre!» Cuando curó a un leproso dijo: «¡Yo lo quiero, sé puro!» Cuando calmó la tempestad, dijo al
mar: «¡Silencio, cálmate!»
La forma misma con la que está construido nuestro cuerpo, contiene toda una enseñanza sobre los dos principios, masculino y femenino. Nos enseña que sólo abajo; en el plano físico, están los dos principios separados: Físicamente, salvo casos muy excepcionales, un ser humano sólo puede ser hombre o mujer. Pero arriba; en el Plano Divino, los dos principios están unidos como están reunidos en la boca; sólo en lo alto el ser humano es creador y libre."
Omraam Mikhaël Aïvanhov
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